Carta de Despedida al cigarro.

Cigarro:

Cuando te conocí por primera vez, al verte en la mano de mi padre, sólo sentí curiosidad acerca de ti, como todo buen padre, me dijo que eras una mala influencia y que no acudiera contigo en ningún momento.

Llegó el momento en que te acercaste a mí y yo te correspondí, mis razones tuve: me dabas aceptación con los amigos, elegancia, a veces hasta me hacías parecer rudo, me dabas respeto, rebeldía, placer, tranquilidad, madurez y una serie de cosas que sabemos son pasajeras.

No puedo negar que la pasé muy bien contigo, siempre estabas en el momento y lugar adecuado, en las fiestas, cuando tenía exámenes, en los paseos, en los descansos entre clase y clase, en la cafetería, en mi casa, en el trabajo, en los momentos deprimentes de mi vida, en los felices, en las noches de insomnio y claro, las noches de juego.

No todos mis familiares y conocidos te veían muy bien como mi amigo, decían que eras malo y lograbas engañar a la gente, dabas problemas físicos, y una serie de cosas que me “negaba” a creer o simple y sencillamente las ignoraba. Tenía miedo a dejarte, no sabía que iba a hacer sin ti, eras el “amigo ideal”, nunca me recriminabas nada, siempre callado, no discutías, y lo mejor de todo es que estabas disponible en el momento justo cuando necesitaba de ti.

Pasaron nueve años de amistad incondicional, pero esos nueve años no fueron en vano, pude darme cuenta que en realidad no eras “mi amigo”, ¿has escuchado casos donde hay mujeres maltratadas por sus maridos, y aún así no lo dejan? Creo que tú eres el marido maldito y yo soy la mujer. Cuando escuchamos de dichos casos, siempre reaccionamos de la misma manera: “Que mujer tan tonta, yo ya lo hubiera dejado”, ¿apoco no?

No te odio, ni te guardo ningún rencor, esta relación se convirtió en enfermiza, donde dependía de ti a tal grado, que era tu esclavo. No voy a decirte todo el daño que me hiciste, de antemano todos los que somos, fuimos o seremos “tus amigos” lo sabemos, pero sólo queremos evadir la realidad.

Creo que no tengo nada más que decirte, me despido de forma definitiva, recuerda que no es como las muchas veces que intente apartarte de mí, pero regresaba a tus brazos porque no había nadie que me diera lo que tú me dabas. Ahora es diferente, quiero pedirte que nunca más regreses a buscarme, ya que yo soy el que no quiere estar contigo. Adiós para siempre.


Bueno, esta es mi actividad 5 del programa libre de cigarro.

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